Debo reconocer que este post va coincidir (y parecerse) a otro que hace un par de días ha escrito
Toñito Avalos. También tenía la intención de hacer algo con los boletos de combi, pero sólo después de leer a Toñito se me ocurrió que era un buen momento. Mientras él les da su mirada propia a los diseños, yo voy a referirme a ellos con ocasión de su uso como medio propagandístico.
A mí recibir estos papelillos en las combis me pone de mal humor, porque suelen estar sucios, te manchan la mano, solo sirven para ensuciar las calles y para colmo, sin que te des cuenta, se te pierden en los bolsillos hasta que cierto día reaparecen hechos un amasijo luego que lavaste tu ropa. A estas molestias, súmenle la de encontrar propaganda política de un candidato humalista. Como para viajar a pie , las veces que no salgo en auto.
Además de esas perlas, que hablan por sí solas, leamos algunos boletitos, sepamos que dicen y descubramos lo más elemental que tiene un candidato: el engaño.
Me parece que no pasa de ser una típica manifestación de aliento similar al "Sí se puede, sí se puede". La verdad es que si por mí fuera mañana mismo pongo mi negocio propio, pero con los permisos, licencias y demás tramites municipales, además del IGV, Impuesto a la Renta e ITF, las ganas se quedan en eso. El mismo Estado es el que me hace perder por goleada. Este es un boleto para seguidores de Paulo Coelho.
¿Por qué el que estudia en una academia o instituto tiene que tener convalidación universitaria? Se trata de dos niveles de preparación distintos. Pero el problema de fondo es otro: se forman más personas de las que el mercado laboral requiere. Teniéndo título universitario originario o convalidado se está en la misma situación. Las condiciones para que existan nuevas plazas de trabajo son otras. Este es el boleto "engañamuchachos".
Dada la re-conocida idiosincracia del político tradicional peruano, esa de "otorongo no come otorongo", no se trata de quien fiscalice a quién, sino de tener condiciones que favorezcan una mejor fiscalización: me animo por ejemplo a decir que no deberían tener inmunidad, que resulte imposible la reelección, que exista una misma comisión investigadora para todos los casos y formada al inicio del mandato parlamentario. El problema está en que quienes deben cambiar esas condiciones son los mismos parlamentarios.
Acá sí concuerdo. Me han ofrecido miles de promesas, una por cada boleto. Sí votaría por quien se ha preocupado antes por mí, pero la dificultad está en que ni mi mamá ni mi papá postulan al congreso. Ser candidato es fácil, lo dice un candidato y por eso supongo que debo de creerlo. Pero hay que ser bestia para echarse la culpa uno mismo. Soy muy inteligente para votar por alguien así.
Por la página web que dicen los boletos, ni se preocupen, no funciona, pero debió estár online en algún momento pues Google la tiene indexada. De ella sólo se puede ver lo guardado en el caché. En fin, terminemos resumiéndolo todo a la manera de El Comercio:
“Si en este tiempo vivieran los grandes músicos serían compositores de reggaetón también”. Que lo diga Alan García no lo vuelve simpático, sino confirma su carácter desquiciado y especialmente populista. Lo espeluznante de todo es que sí concibo posible la idea de captar más votos cantando y bailando reggaeton.
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